Había una vez una niña que creció con todo lo que ella hubiera deseado tener para crecer (o al menos eso creo que creía), caprichosa y consentida, pero dentro escondía un dolor profundo, que se hallaba escondido, no se manifestaba, ella no lo notaba y no lo sentiría sino hasta mucho después cuando, al crecer ese dolor decidió salir y darse a conocer, volviéndose insoportable.
Pero vayamos de a poco.
Gracias a no se quién (iba a decir gracias a Dios pero dicho sea el paso no soy religiosa) no recuerdo absolutamente todos los acontecimientos traumáticos de mi infancia, pero trataré de recopilar los que me dejaron mas “marcada”.
Cuando yo era chica, mi casa se encontraba a unas pocas cuadras de la casa de mis abuelos, y si bien durante mi niñez tuve alrededor de 5 niñeras diferentes (en un período de tiempo demasiado corto para mi gusto) de vez en cuando, alguna que otra noche debía quedarme en casa de mis abuelos, puesto que mi mamá tenia dos trabajos y llegaba muy tarde a casa y mi padre trabajaba todo el día afuera.
La estadía en casa de mis abuelos era algo así como… bipolar, es decir, con altibajos, nunca se sabía bien como iban a reaccionar mis abuelos ante determinadas actitudes, o hechos, por lo tanto de a ratos la pasaba bien, y de a otros tantos no (realmente no).
Tanto así que algunas veces mis abuelos me demostraba todo su cariño, y nos quedábamos cantando “pantalón cortito”, mirando la tele y riéndonos… y otras pasaba exactamente lo contrario.
No recuerdo qué fue lo que pasó una noche, creo que yo estaba histérica porque extrañaba a mis padres, lloraba (algo considerado normal en una nena de 4 años, supongo), y a mi abuelo no se le ocurrió mejor idea que amenazarme, diciéndome que si seguía así me iba a sacar para afuera e iba a cerrar la puerta dejándome ahí.
Lógicamente yo seguí llorando, no parece muy sensato querer calmar a (en ese entonces) una criatura, mediante amenazas, es como querer aliviar un dolor a golpes, no sé.
La cuestión es que mi abuelo me tironeó hasta afuera de la casa y cerró la puerta, quedando ellos adentro, con la luz, y el olor a comida y la compañía, y el calor y yo afuera, a oscuras, llorando, pidiéndoles que me dejen entrar, tratando de abrir la puerta que habían cerrado con llave, que no quería estar sola. Atención, repito, yo debería tener alrededor de 4 años en ese entonces.
A VER, ¿Qué tal si pensamos un ratito? ¡Vamos a jugar a razonar! ¿Alguien tiene una mediana idea de la clase de desastre que ocasiona en la cabecita de una criatura algo como eso? Sacarla de una casa a los empujones cerrando la puerta porque extrañaba a sus padres.
¿Alguien se hace una cercana idea de la sensación de abandono que eso genera en la persona?
¿Alguien sabe la magnitud de daño a la autoestima que algo así le hace a una criatura? Ya que por el hecho de que ella simplemente lloraba (cosa que consideraba completamente normal) se quisieron deshacer de ella, así de fácil.
El mundo parece algo tan inmenso a esas edades, el hecho de estar afuera sola me hacía sentir perdida, y en peligro, literalmente me acuerdo de sentir pánico.
Lógicamente eso era una amenaza que entraba únicamente en la cabeza de mi abuelo pero no pasaba de eso, al ratito el abrió la puerta y me dejó entrar, demasiado tarde, el daño ya estaba hecho, en la cabeza de una nena de 4 o 5 años, eso es lo suficientemente destructivo como para que lo siga recordando cada día de mi vida.
También recuerdo las promesas rotas, todas las noches, mamá o papá prometiendo que a las 21:00hrs iban a ir a buscarme (a lo de mis abuelos), exactamente a las 21:00hrs yo me encontraba parada mirando por la ventana, esperando que cada auto que pasara fuera el de mis papás, y la sensación de abandono y de angustia me absorbían cuando veía que el auto que pasaba era rojo, o azul o blanco y no negro como se suponía debía ser.
¿Y si no volvían Jamás a buscarme?
Mas adelante hablé con mi terapeuta sobre esto ya que aquello era un recuerdo constante en mi cabeza pero no sabía porqué, no lo tomaba en serio, no sabía porqué me dolía, me explicó que en la vida de los niños el temor a la perdida de sus papás es constante, por eso lloran a la hora de empezar un nuevo jardín y los papás se van, por eso lloran si pasada la hora de retirarlos sus padres no aparecen (por mas de que ellos no sepan la hora, es increíble como igual se dan cuenta), y por lo tanto, cada maldita vez que yo lloré mirando por esa ventana anhelando que vinieran a rescatarme de una vez y NO eran, algo en mi se moría, mi desesperación crecía con la misma rapidez que mi autoestima y confianza bajaban. Entonces le comentaba tristemente a mi abuela que yo no entendía, mis papás me habían dicho que a las 21:00hrs iban a llegar, y no llegaban, mi abuela simplemente respondía con risas e indiferencia “¿Todavía no aprendiste que cuando tus padres dicen una hora llegan 3 horas mas tarde?”. (Tal vez es por eso que no me gustó nunca llegar tarde a ningún lado, sencillamente no puedo.)
Hablando de llegar tarde, un trágico día, a las 17hrs exactamente me encontraba yo esperando a la salida de la escuela que me fueran a buscar, a las 18hrs yo seguía esperando, parada ahí, sola, contra el portón, a las 19hrs seguía esperando, hasta que la directora se dignó a darse cuenta de mi presencia y llamó a mis padres, resulta que mi niñera se había olvidado de mi, REPITO, la persona que estaba ESPECIALMENTE contratada para cuidarme, se había olvidado de ir a buscarme. ¿Es eso posible? ¿Tan poco valgo? ¿A alguien le entra en la cabeza? Mi madre salió de su trabajo y se vino desde el centro a buscarme.
Hechos como esos, que pueden parecer no muy importantes, generaron en mí desde chica una sensación de abandono y posible reemplazo, sobre todo cuando te encontras con una realidad diametralmente opuesta a la que acostumbrabas, cuando sos caprichosa y te consienten los caprichos y de un día para el otro eso no pasa mas (porque todo eso pasa a ser de otro), te descolocás, y sentís que finalmente, te abandonaron, dejaste de importar. (Ya van a entender)
Era (soy) el típico ejemplo de la hija única malcriada que cada vez que acompañaba a su padre a hacer mandados pedía Barbies junto con otro montón de guarangadas y si el padre le decía que no, hacía tal berrinche que no había una sola noche que no volviera a su casa con alguna muñeca o algo que le gustara, así fuese un caramelo. (cuando papá se ponía estricto y veía que realmente no iba a comprarme ningún juguete, sabía que al menos a un caramelo no podía negarse).
Soy el típico ejemplo de la hija única que cada cumpleaños, navidad, reyes y alguna otra fiesta se levantaba en la mañana, caminaba hasta el comedor y todo el piso de éste estaba tapado de regalos (De todo el comedor, todo el piso lleno de regalos!!) de toda mi familia porque no solo era hija única, era la única “nena chica” de la familia entera, y por lo tanto toda la familia me consentía.
Soy el típico ejemplo de la hija única que no le gusta compartir, ¡no me gusta compartir absolutamente nada!, y me encanta que me compartan, si una amiga se compro un buzo nuevo que me gusta, se lo pido alguna vez y me lo da, pero si yo me compro algo nuevo que me gusta y una amiga me lo pide, ¡no te haces ni la mas pálida idea de lo que me cuesta prestárselo! Y hasta a veces, sabiendo que esta mal pero en fin, le invento algo como que esta en la lavarropas, o mojado, o sucio, o que no lo encuentro, ¡me detesto cuando digo esas cosas!, es que, “compártanme pero no me hagan compartir”
Siempre me contradigo, quiero compartirle, parte de mi quiere hacerlo pero otra parte de mi esta tan sumida en el egoísmo que no lo quiere hacer bajo ningún punto de vista imaginable.
Siempre me contradigo, quiero compartirle, parte de mi quiere hacerlo pero otra parte de mi esta tan sumida en el egoísmo que no lo quiere hacer bajo ningún punto de vista imaginable.
Se que soy escabrosamente egoísta, y trato de cambiarlo, lo se, pero no es fácil.
Sobre todo si a los nueve años me dan la noticia de que ahora compartiré a mis papás.
Al principio mi reacción fue felicidad, ¡Iba a saber lo que se siente tener una hermanita al fin!, ¡después de haberlo esperado tanto! (porque si, ¿quién al ser hijo único no deseo un hermano/a alguna vez?)
Luego, comencé a pensar que si no me gusta no puedo dar marcha atrás, y que me encantaría que lo de tener hermana pudiera ser un tiempo y luego no, poder deshacerme de ella si veo que me complica en algo los planes que tengo…
Y con aún mas tiempo mi reacción era de completa depresión (para una nena de ese entonces 9 años, lo que llamo depresión en mi caso era simple tristeza y miedo), tenia miedo de que la quisieran a ella por ser la nueva “nena chica” de la familia.
Recuerdo que me imaginaba y soñaba, que iba entrando a la sala en el hospital donde se encontraba mi mamá con mi hermana en la camilla, y toda mi familia alrededor alabando a la nueva, bella y extrañísima criatura, y yo quería ver pero no me dejaban pasar, no se corrían, me ignoraban, molestaba, sobraba.
Mi hermana Mariana nació y aunque sentí desplazo, y desapego con mis papás no fue nada muy destructivo en comparación con otras cosas que me han pasado en la vida y tampoco empeoró mucho cuando para sorpresa de ambas, al año nació mi hermano Pedro.
En menos de dos años pasé de ser la caprichosa y sobre consentida hija única a la hermana mayor de dos seres chiquititos y lindos, y que requerían atención y que les compraran cosas.
Los quería y quiero si, pero me dolía muchísimo cuando pedía que me compraran algo y me decían “No Cami, pensá que durante nueve años tuviste todo lo que quisiste para vos y ellos ahora son dos y no tienen casi nada, tenes que ser un poquito menos egoísta y no ponerte tan celosa cuando les compramos algo a ellos y a vos no”
Y sonaba tan feo, tan cruel! Y en si no era un pedido materialista sino era lo que yo sentía como demostraciones de afecto, a mi entender mediante los regalos me demostraban que me querían, entonces ¿Cómo podían comprarle a ellos y a mi no? Pero lo peor era que me ponía mal porque tenían razón, porque entendía que ellos no habían tenido nueve años de toda su familia para ellos solos y yo si (en especial Mari, que apenas un año le duro ser la mas chiquita), y ahora requerían atención y yo ya estaba en la decena (de edad) y ya estaba creciendo y tenía que empezar a pedir menos y dar más (¿dar más? Creo que fue entonces que empecé a dar y dar y sentir que recibo poco)
Pero obviamente yo a los nueve/diez años ya tenía parte de mi personalidad formada como hija única y consentida, por lo tanto toda mi vida voy a tener aires de eso, no me gusta compartir, pero quiero que me compartan, no me gusta que dos amigas se abrasen entre ellas, pero quiero que me abrasen a mi, no me gusta llorar en mi cuarto porque alguien me decepcionó y me olvido por otra y no me gusta que al llorar por ese alguien mis papás no se den cuenta pero que si se den cuenta si mi hermana se raspa la rodilla o si mi hermano se clava una espina en el dedo del pié, no me gusta que me digan que me equivoqué pero me encanta hacerle saber a la gante cuando se equivoca, no me gusta perder, lo detesto, y lo peor, es que pierdo casi todo el tiempo.
Ya me fui por las ramas, no se preocupen que a lo largo de todo esto que no se que es pero algo se supone que es van a entender mucho mejor todo lo que digo, el punto de este palabrerío es que sepan que soy egoísta, y competitiva, y terca, y que soy necia y se que puedo cambiar pero no quiero.
O si… ¡No se!
O si… ¡No se!
Hoy sé que lo material no demuestra afecto pero quiero volver a ver el piso del comedor lleno de regalos solo para mí.
WOW!!!!!! EXCELENTE TU BLOG, TE INVITO A QUE TE PASES POR MI NOSTÁLGICO, OSCURO, TRISTE Y DEPRESIVO BLOG DE INVIERNO BIPOLAR PARA QUE ME DES TUS MAS SINCERAS IMPRESIONES AL RESPECTO. DESDE HOY TE SIGO. TE ESPERO POR EL MIO... www.elpacientebipolar.blogspot.com
ResponderEliminarAnte todo, decirte que aquí tienes una amiga, porque te comprendo perfectamente, yo también sé que no es bueno ser egoísta, y lo soy. Y no solo eso, sino que soy muy pretenciosa
ResponderEliminar¿Te soy sincera? no me ha llamado la atención tu forma de escribir, o bueno, más bien sí, pues para un libro no me pareció la forma más "perfecta" de hacerlo, sin embargo luego pensé y dije, puedes hacer un libro, y entre las páginas poner escritos (como esto) como un día cualquiera de tu diario, no sé si me entiendes (y tampoco quiero cambiar tus ideas, tan solo darte ideas, por si sirven)
Bueno, sigo leyendo!